Después de cuatro meses entre Australia y Nueva Zelanda, se nos hace un poco raro llegar a Malasia. Nos pone muy tristes también saber que es la penúltima etapa de nuestro viaje.
Al llegar a Penang, varias cosas son evidentes. Hace un calor terrorífico, húmedo, pegajoso. Estamos en Asia y la gente no está acostumbrada a ver niños rubitos. A Mael le tocan todo el día el pelo, se lo acarician todo el día y él aguanta estoicamente. Se come en los puestos de la calle, los food stalls. La verdad que se come muy bien en Penang, no son los baristas trendys de las playas de Bondi Beach o Melbourne, son mucho más auténticos y sobre todo, baratos! Después de Australia, Nueva Zelanda, Polinesia o Hawaii, la verdad es que viene bien tener que pagar 2 euros por una comida.
A pesar de que Malasia es un país de mayoría musulmana, la comunidad de Penang es a 80% china, lo que se refleja en la comida y sobre todo en cómo la gente está vestida.
Lo primero fue visitar Georgetown, la capital de la isla. Penang es una mezcla de muchas comunidades y se ve en sus templos.
Visitamos el templo budista Wat Chalyamangalaram. Es un templo Thai con uno de los Buddha acostados más grandes del mundo, más de treinta y tres metros, junto con los dragones y gigantes de la entrada. Lo que más me gustó fue una sala un poco al exterior con cuadros de templos budistas en otros países (Laos, Cambodia, Pakistan, Sri Lanka…)
Justo enfrente está el templo birmano Dhammikarama con un Buddha de pie de diez metros. La otra particularidad son la serie de cuadros sobre la creación del budismo. A los chicos les encantó.
Mas en el centro de Georgetown está la Peranakan Mansion, una casa reconvertida en museo que vale la pena visitar para ver su museo de joyas y ver cómo se vivía en el Penang del siglo XIX…si eras el hombre más rico de la ciudad que había hecho fortuna con el tráfico de opio.
Después de ver algunos templos más y que unas diez personas más le hayan tocado el pelo a Mael, fuimos al Wonderfood Museum, una genial exposición muy recomendable para ir con niños y conocer la comida malasiana y sus mezclas!
Nuestra última visita de Georgetown fue la Blue Mansion, lugar guapo para sacarse algunas fotos pero que para nosotros no tuvo el encanto de la Paranakan Mansion.
En Penang también vimos el Escape Park, el parque temático más grande de Malasia. Está dividida en dos partes, una parte aventura y una parte acuática. Hicieron concursos todo el día. Janna se apuntó al concurso de trapecio, obviamente una crack del pole tiene un poco de ventaja. Mael gano los concursos de Diver of the day (mejor salto de trampolín de cinco metros) y flipper of the day, en el cual Liam llegó segundo. Mi participación fue anecdótica, pero la familia dejó alto el listón.
Al día siguiente vimos Entopia, uno de los parques con más mariposas del mundo. A los chicos y mayores les encantó poder ver cómo las mariposas se te posaban en manos, pies y cara. Las cucarachas u otros insectos no tuvieron tanto éxito.
Al salir, Mael se llevó un cuchillo del restaurante.
“¿Qué vas a hacer con el cuchillo?”
“El próximo que me toque la cabeza, le corto la mano”, dijo sonriendo.
Creo que la sexta temporada de Juego de tronos debería ser la última.
Para terminar, dejo algunas fotos de kuala lumpur, las islas perhentian donde nos sacamos el PADI y borneo, que creo entender por Edu que la parte indonesia es preciosa, pero que a nosotros la parte malasiana no nos termino de gustar